El amor es ciego pero la codicia no y, de tanto en cuando, ambos se confunden y resultan muy difíciles de distinguir. Así ocurrió con nuestros protagonistas de hoy, una pareja extraña y diametralmente opuesta, que se vio envuelta en la polémica debido su diferencia de edad y clase económica.
El matrimonio formado por Sandrine Devillard y Marcel Amphoux, un ermitaño multimillonario 25 años mayor ella, generó un gran revuelo en Francia.
Amigos y familiares acusaron a su joven esposa de manipular a Marcel para hacerse con su fortuna
La prensa los llamó: “La Dama y el vagabundo” –parodiando el gran clásico Disney- y la opinión pública se cebó opinando sobre su historia de amor.
Sandrine había sido modelo en su juventud y tiene un gran gusto por el lujo y la moda. Tras la boda, se trasladó a vivir con él, pero se ausentaba con frecuencia a la ciudad, donde se encargaba de dirigir los negocios de Marcel
Marcel era un excéntrico millonario, pero no de esos que alardean de su fortuna. Al revés, le gustaba vivir como un ermitaño en una casa sin electricidad en la montaña y, a pesar de tener dinero, le faltaban unos cuantos dientes
A pesar de las habladurías, la pareja contrajo matrimonio en 2011
No pegaban para nada y todos creían que él había perdido el juicio
Esto no hizo más que reavivar las historias sobre su romance y la conveniencia de su muerte, tildando a Sandrine de viuda negra.
No sabemos si Sandrine iba realmente en busca de su dinero, pero ahora sabemos que Marcel no estaba demente. De hecho, era muy listo…
Tras la boda Marcel modificó su testamento, legando todos sus bienes y posesiones a familiares y vecinos del pueblo de su prima.
Su esposa no sacaría ni un euro del reparto. Ni si quiera la casa familiar, los negocios o alguna de las propiedades que Marcel tenía, valoradas en cientos de miles de euros.
Sorprendida o decepcionada, quien sabe, Sandrine trató de anular el testamento
Pero el alto tribunal francés ha determinado que el testamento es auténtico y perfectamente legal. No le corresponde nada
Todos aquellos que tildaban a Marcel de pobre idiota han tenido que tragarse sus palabras… Y es que quien ríe el último, ríe mejor.