¿Quién no se ha tomado nunca una aspirina? Este fármaco se receta a diario para tratar un sinfín de dolencias comunes como los síntomas del resfriado, dolores de cabeza, fiebre o la tensión muscular.

Ha sido más recientemente que se ha descubierto sus propiedades como anticoagulante sanguíneo. De ahí a que últimamente, también se prescriba en pequeñas dosis, para tratar diferentes enfermedades cardiovasculares y para reducir el riesgo de infartos.

Si preguntáramos al azar para qué sirve la aspirina, más de uno contestaría con un rotundo “para todo” pero, como ocurre con todos estos fármacos tan consumidos -como el ibuprofeno o el paracetamol-, el ácido acetilsalicílico tiene menos indicaciones de las que podría parecer.

Básicamente este medicamento actúa reduciendo el dolor y la fiebre, por lo que está indicado en el alivio sintomático de los dolores ocasionales leves o moderados -que incluyen de cabeza, dentales, menstruales, musculares (contracturas) o de espalda (lumbalgia)- y en los estados febriles.